lunes, 12 de septiembre de 2011

Coltán: El diamante de sangre

El coltán es una palabra formada por las abreviaturas de la columbita-tantalita, un mineral del que se extrae el tantalio, este presenta una gran resistencia al calor y tiene propiedades eléctricas excelentes. El principal productor de este mineral es Australia; sin embargo, la República Democrática del Congo tiene el 80% de las reservas mundiales estimadas. Este mineral es altamente estratégico debido a que es fundamental para el desarrollo de nuevas tecnologías como la telefonía móvil, fabricación de ordenadores, videojuegos, armas inteligentes, medicinas (implantes), industria aeroespacial, levitación magnética, etc. Debido a este mineral existe en el Congo una guerra desde 1998, en la cual Ruanda y Uganda ocupan militarmente parte del territorio congoleño y por el cual han muerto más de 3.8 millones de personas. Esta guerra significa una de las mayores injusticias contra un Estado soberano, ya que desde la ocupación de países europeos por la Alemania de Hitler, no se ha dado la ocupación pura y dura de un territorio con el fin de aniquilar a sus ciudadanos y explotar sus recursos minerales.

Coltán

Los países que más se beneficiaron fueron Ruanada y Uganda. En el año 2000 Ruanda había ganado 40 millones de dólares por diamantes, quince millones por el oro y casi 200 millones por el coltán extraídos en suelo congoleño. Uganda, habría ganado dos millones por diamantes, cien millones por el oro y seis millones por el coltán. Ruanda y Uganda vieron cómo parte de sus deudas externas fue cancelada y además fueron considerados como modelos de desarrollo económico.
Según las Naciones Unidas, el Ejército Patriótico Ruandés ha montado una estructura para supervisar la actividad minera en Congo y facilitar los contactos con los empresarios y clientes occidentales. Traslada el mineral a Ruanda donde es tratado antes de ser exportado. Los últimos destinatarios son EEUU, Alemania, Holanda, Bélgica y Kazajistán. Esta guerra, directamente relacionada con la explotación inmoral de este mineral, arroja un saldo de más de 5,5 millones de víctimas, lo que supone el mayor número de muertes desde la segunda guerra mundial.
La compañía Somigl (Sociedad Minera de los Grandes Lagos), tiene el monopolio en el sector; es una empresa mixta de tres sociedades: Africom (belga), Promeco (ruandesa) y Cogecom (surafricana). Entrega 10 dólares por cada kilo de coltán exportado al movimiento rebelde Reagrupación Congoleña para la Democracia (RCD), que cuenta con unos 40.000 soldados, apoyados por Ruanda. “Con la venta de diamantes –ha declarado el mismo Adolphe Onusumba, presidente de la RCD– ganábamos unos 200.000 dólares al mes. Con el coltán llegamos a ganar más de un millón de dólares al mes”.
Soldados de la RCD

La fuerza de trabajo utilizada en las minas de coltán está compuesta por ex campesinos, refugiados, prisioneros de guerra a los que se les promete una reducción de la condena y, en especial, por miles de niños cuyos cuerpos pueden adentrarse con mayor facilidad por las grietas y taludes de los yacimientos. Las migraciones desde otras regiones hambrientas son primordiales, dado al alto número de muertes que se producen en las minas. Las poblaciones reclutadas trabajan de sol a sol, y duermen y se alimentan en la selva montañosa de la zona.


En las montañas del parque Nacional Kakuzi Biega, donde se extrae el Coltán, han acabado además con la vida de cientos de gorilas, perdiéndose para siempre poblaciones muy importantes para la supervivencia de este simio en peligro de extinción. Además para la declaración de Parque Nacional, se expulsó a tribus indígenas abandonándolas a su suerte sin que nada se haga por ellas. Los niños mueren de enfermedades y malnutrición cada día porque son incapaces de conseguir un hospital mejor equipado. Miles de civiles han huido al interior de la selva, donde se enfrentan al hambre y a las enfermedades. En menos de una década se calcula que han muerto cuatro millones de personas, sobre todo de hambre y enfermedades causadas por el conflicto. Ha sido la guerra que más muertes ha generado desde la segunda guerra mundial, con mil víctimas mortales diarias. Otros miles acabaron con sus manos mutiladas, violaciones a menores y hasta la incalificable aberración de obligar a padres a cometer canibalismo con sus propios hijos una vez asesinados. Un verdadero infierno en la que el mundo cerró  los ojos por claros intereses económicos. Mercenarios extranjeros alimentaban los enfrentamientos cambiando armas por los preciados metales, mercenarios pagados por el mundo civilizado, el mismo que utilizaba las materias primas con olor a muerte, el mismo que se horrorizó de las matanzas, el mismo que mando a los cascos azules a no hacer nada.



Hay que subrayarlo una vez más: estos oscuros negocios son, en primera instancia, los culpables de una guerra no por olvidada menos dramática. Con un agravante: se teme que sobre el mismo territorio de la República Democrática de Congo pesa la amenaza de la fragmentación. Es decir, la división en varios estados, lo que facilitaría aún más la explotación de los recursos.
Por último, los dejamos con la primera parte de un documental llamado “Blood Coltan” y un segundo documental “In Focus: Congo's Bloody Coltan .



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